Es la definición perfecta de hotel de carretera. Estábamos muy cansados, y había una tormenta tremenda, nos vimos obligados a parar. La habitación tenía 5 camas, sin apenas espacio entre ellas, suelo de baldosas, todo muy poco acogedor. Por la noche, está lleno de lugareños que no están acostumbrados a ver extranjeros, eres el centro de sus miradas. El desayuno es buffet, sencillo, pero cumple si no tienes muchas expectativas. A menos de que se nos pinche una rueda pasando cerca de este bonito pueblo, no creo que repitamos. Me encantan sus pósteres en el pasillo apostando por la reconciliación después del holocausto, perfecto para turistas alemanes (foto adjunta).
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