Hotel pequeño y con encanto a un paso del centro y a 5 minutos del Santuario. Antes de alojarnos contactamos con el hotel para confirmar la disponibilidad del aparcamiento y fueron prontos y atentos en la contestación. Al entrar y ver recepción y entrada, te das cuenta que este hotel no es nada común. De camino al ascensor para subir a las habitaciones, puedes ver la cafetería y el restaurante. Nos paramos a mirar, porque nos parecieron bonitas y originales. Cenamos menú degustación, que estaba buenísimo. El desayuno muy bueno también, tal vez eché en falta algún embutido más o algún revuelto (salado) pero todo lo que había estaba muy bueno. Los dulces eran caseros, y la tarta de manzana, la mejor que he probado en un hotel, realmente exquisita. Zumo natural de naranja, quesos de la zona que uno mismo se cortaba, fruta, croissant, cereales, diferentes tipos de café, etc.,etc. El exterior deja entrever los años y pide a gritos un lavado de cara. Lijar y pintar las persianas y arreglar los balcones. Las habitación me pareció muy coqueta, con muy buenas vistas y con muchos detalles, como cafetera, hervidor eléctrico, infusiones, unos cojines de pluma muy suaves y mullidos, jabones de calidad, una cama muy pero que muy cómoda, albornoz y un sin fin de cosas y detalles que le aportaban calidez. El baño, realmente bonito, de muy buen gusto y con mucha personalidad. Los espejos del techo, un acierto, ya que visualmente lo hacían más grande. Puedo decir como puntos negativos, que la mampara de la ducha era demasiado corta, y había que ducharse con cuidado para no mojar el suelo y que durante la tarde, hubiéramos agradecido unos grados más en la habitación. Por la noche y por la mañana la temperatura era perfecta. Bajamos a ver el Spa. Se entra por el gimnasio, en la misma planta que recepción y se baja por una escalera hasta los tres jakuzzi exteriores y el Spa en sì, que digamos que nos pareció pequeño, pero hay que calcular que si quieres un Spa grande, o te alojas en las afueras o vas a un 5 GL, así que lo consideré correcto. Nosotras lo teníamos incluido con la habitación balcón Santuario, pero decidimos no utilizarlo. Cenamos en el hotel " munú degustación " y fue muy rico. El desayuno muy bueno también, tal vez eché en falta algún embutido o revuelto (salado) pero todo lo que había estaba muy bueno y era de una excelente calidad. Los dulces eran caseros, y la tarta de manzana, la mejor que he probado en un hotel, realmente exquisita. Bajo mi punto de vista las cosas a mejorar son pequeñeces, y sinceramente deberían de tomar nota para brillar al 100%. Por eso mi valoración es de 4 sobre 5. Si no, le hubiera dado la máxima puntuación, por los siguientes motivos: - Es un hotel que voy a recordar, porque sinceramente está decorado con muy buen gusto y es a la vez original, cálido y familiar. Estoy un poco cansada de los hoteles que parecen hechos en serie, de los que llamo hoteles de aeropuerto, y ver algo bonito, da gusto. -Todo el personal
翻譯