FFERNANDO BSomos una familia que hemos realizado una estancia en agosto en dos habitaciones del Hotel Jardines de Uleta: una habitación doble (dos adultos; estancia de 7 noches) y la otra triple (1 adulto y 2 niños; estancia de 5 noches). Nos habíamos alojado previamente varias veces en este hotel. Las habitaciones son realmente apartamentos, cuyo servicio de cocina se contrata aparte y tiene un coste adicional de 35 euros/día (precio que considero abusivo). Nuestra idea era contratar los servicios de cocina para la habitación (apartamento) triple y usarla principalmente para cenar en ella los cinco miembros de la familia las cinco noches que íbamos a pernoctar conjuntamente (se requería únicamente que el servicio tuviera 5 cubiertos, cinco vasos y cinco juegos de platos). Al llegar a la recepción, nos recibió una señora que, al solicitarle el servicio de cocina nos dijo, con una amabilidad de protocolo, que, aunque lo sentía mucho, no había disponibilidad del servicio y que deberíamos haberlo reservado previamente. Esto no es cierto, pues no puede hacerse ‘online’; la prueba está en el rótulo que aparece en las habitaciones (Foto 1). En el diálogo que prosiguió, carente de empatía por su parte, fue imposible entenderse con ella, aunque nuestra solicitud era sencilla y creo que razonable. Cuando ya estábamos en la habitación doble, nos llamó por teléfono y nos ofreció el servicio con utensilios solo para dicha habitación y para las siete noches, cuando solo íbamos a pernoctar todos juntos 5 noches (las otras dos noches no lo necesitábamos). Evidentemente, con dos niños, esto nos cambió completamente los planes y estropeó nuestra estancia. Total: empatía y ganas de satisfacer las peticiones de los clientes, nulas. Hay que decir, en honor a la verdad, que el hotel está en un entorno tranquilo y agradable, aunque lejos del centro de la ciudad. Las habitaciones están bien, pero tienen sus defectos. Así, la habitación triple tenía una cama supletoria en la sala donde está la televisión, con lo cual es poco compatible dormir y que otra persona vea la televisión a la vez; en las habitaciones, solo existe una diminuta papelera que está en el baño; no hay luz individual en las mesillas de la habitación doble, y en una habitación, la puerta del baño no encajaba bien en el marco y cerraba mal. En cuanto a otros servicios, los precios de la cafetería, que es normal y sin lujo alguno, son escandalosos; dos cafés cortados nos costaron 5 euros (Foto 2). Por lo demás, creo que algunas indicaciones sobran. Es evidente que el negocio del hotel aumentaría sus beneficios si los clientes subieran por las escaleras en vez de hacerlo por el ascensor, pero pienso que los consejos sobre salud es mejor que los haga el médico y no el hotel (Foto 3). Creo que podíamos considerarnos clientes del hotel, pero obviamente no volveremos más.
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