Hotel un tanto singular, por su ubicación en un campus de estudiantes. La habitación estaba bien, cómoda y con todas las cosas habituales. Eso sí, pasillos kilométricos para llegar, que te hacen pensarte si volver a la habitación si has olvidado algo. Lo que no se entiende es que un hotel de esta categoría tenga este restaurante: llegando a las 21:30 no nos dieron de cenar porque cerraba el restaurante, ni hay servicios de habitaciones, ni opciones posibles. Así que hubo que ir a toda prisa a los dos locales de estudiantes que están próximos en el campus, y cierran a las 23h; que no están mal, pero todo en plan pizzas, bocatas, etc. Nada que ver con la propuesta gastronómica que anuncian en la web del hotel. Tiene grandes áreas cerradas, así que da la sensación de que conoció tiempos mejores, o que en otras épocas luce con mayor esplendor.
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