Hotel en un destino de moda, en una zona llena de restaurantes y tiendas de ropa. Tiene dos áreas: una que da a unos jardines y piscina y otra a la playa. Los huéspedes pueden usar ambas independientemente de dónde se encuentre su habitación. Estas son espaciosas y cómodas. La nuestra tenía el baño en el exterior, en una especie de patio, por lo que la ducha estaba al aire libre (sin acceso desde la calle, a salvo de miradas), lo que no acabó de convencernos. Además disponíamos de una bañera con hidromasaje y un solárium en la planta de arriba. El desayuno es muy bueno y con posibilidades de elección a la carta y el restaurante igual.
El acceso directo a la playa es una gozada, y nunca he estado en una con tanta actividad animal. ¡Hasta asistimos en directo al nacimiento de docenas de tortugas y su camino al mar! Aunque su final no fue muy feliz, con las aves que estaban atentas a la eclosión.
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