Nada más llegar, la entrada con el camino de árboles y la lavanda y el edificio al fondo resulta diferencial. El servicio es de lujo, como se espera en este establecimiento, y reciben muy agradables recogiendo las maletas y ofreciendo una toallita y un muy buen mosto. Tras enseñarnos la habitación, acudimos a almorzar a la Vinoteca, un espacio cálido, donde nos encantó la cecina de buey El Capricho y un risotto con espárragos y champiñones excelente. Merece la pena disfrutar de su vino Pago de Valdebellón y el pan de masa madre de su obrador. La iglesia, que es visitable a casi cualquier hora, es otro espacio a descubrir, tanto durante el día como con las velas que colocan por la noche. Y en el bar con piano en torno al claustro y sillones de cuero merece la pena tomar una copa y disfrutar del espacio. También probamos el spa, con un muy buen profesional que explica todas las opciones de circuito y tratamientos, y a destacar las duchas de experiencias, como la vaporizada de lavanda. Con el calor que corresponde a esta época, es otro placer disfrutar de la piscina al aire libre, con un socorrista muy agradable, sombras y hamacas cómodas. La cena, en el jardín del claustro, fue también muy agradable y a destacar la chuleta de vaca de 40 días con pimientos del padrón y patatas fritas, una carne que pedí al punto, de enorme calidad y muy bien hecha. Correr por la mañana junto a los viñedos, viendo además a los trabajadores que los estaban poniendo a punto a primera hora, es otra experiencia única. Lo único que no nos gustó fue el desayuno, también en el espacio de jardín del claustro. Había chicos muy jóvenes e inexpertos, bastante lentos, venían con la bandeja temblando, transmitían que estaban poco maduros para un servicio de lujo. Viva la juventud y todos hemos empezado algún día, pero no todos juntos en un establecimiento así donde vendes excelencia. Un desayuno a la carta tiene que ser dinámico y estar atentos a que no falte de nada. Pusieron el pan y el croissant, a los 10 minutos la mantequilla cuando el pan estaba frío... y así todo. Si mejoraran esto, experiencia lo más perfecta que se puede ofrecer en un hotel. Detalles como minibar gratuito, bienvenida con crema de queso y cerezas y una botella de vino.
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