Éramos un grupo muy numeroso, y en la llegada ya tuvimos un problema, resulta que habíamos llamado (varias personas del grupo) para saber el horario de las cenas en el restaurante del hotel y a todos nos informaron que éste era hasta las diez de la noche podíamos entrar, pero al llegar al hotel nos dijeron que era hasta las 21:45, el problema es que teníamos planes y horarios fijos que nos dificultaban llegar a esa hora para cenar. Tras protestar mucho nos dijeron que abrirían hasta las 22:00, eso si, desde un inicio nos ofrecieron la posibilidad, previo aviso, de disponer de una cena fría, a las 23:00. El hotel dispone de unas instalaciones muy espaciosas. Un gran comedor, que queda justo si todos los huéspedes van a la vez al bufete. También tiene dos o tres bares donde se puede pasar un buen rato con los compañeros de viaje, bien amenizados por los animadores. La comida del bufete (tanto la cena como el desayuno) era muy buena y había mucha variedad, para mi la calidad de la comida fue lo mejor de mi estancia. El personal con el que traté muy correcto, salvo a la llegada que no nos ofrecieron facilidades para poder cenar. Lo pero sin duda lo peor de mi estancia lo encontré en la habitación, las camas eran pequeñas, individuales y duras, cuando nosotros habíamos reservado una habitación doble, en lugar de una cama de matrimonio, nos encontramos con dos camas individuales, y a mi gusto, incomodas.
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