Es un hotel en el que hemos estado muchas veces, estupendo, pequeño, todo a mano y vistas estupendas. Pero es innegable que en esta nueva etapa han cambiado cosas: primero, no entiendo por qué te cobran un euro por cambiar las toallas para la piscina. Yo no las suelo cambiar, pero es un detalle feo. Segundo: no se pueden cargar las consumiciones a la habitación. Me parece absurdo y contraproducente para el propio hotel, ya que uno gasta con más alegría si no paga en el momento. El buffet del desayuno también ha bajado un poco el nivel. La nevera de la habitación antes estaba en un armario y ahora está a la vista en medio de la estantería del salón En general se nota la falta de Lorenzo, tanto en lo personal como en lo profesional. Sigue siendo una buena opción pero, en mi opinión, en descenso
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