El alojamiento muy bien, muy limpio, pero el restaurante, pese a tener buena comida, es un verdadero desastre en el tema de las camareras, sobre todo la chica que coge las comandas (14 de agosto). Muy lenta, si llamas para que te tomen nota te contestan que tenemos que pedir a tal chica. La tal chica tarda un mundo en venir a la mesa, antes lo mismo ya ha ido a otras mesas que llegaron después que nosotros, pero claro, no tiene control. Encima es seca y altiva, no solo conmigo, me fijé en las mesas vecinas. Además, siendo dos personas nosotros, no nos sirven a la vez, de tal manera que si uno empieza a comer, el otro se queda mirando de brazos cruzados y si esperas a que venga el plato del otro, el del primero ya se ha enfriado. Nos sirvieron enseguida las bebidas, eso si. Para cuando empezamos a comer las bebidas, lo que quedaba, ya estaban calientes. Un caos. Mala organización y malos modales de la camarera de las comandas. Ya no volvimos a comer ni a cenar.
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