Me dijo una persona muy sabia: en un sitio así hay que mirar para fuera y no para dentro. El parador de Baiona es espectacular. En su construcción, en sus espaciosos interiores, o en sus increíbles vistas. En un lugar privilegiado de la costa gallega, es un remanso de paz en donde la tranquilidad es absoluta. El descanso nocturno una bendición de Dios. Habitaciones amplias, personal amable y profesional. Lo tiene todo para ser una auténtica referencia. Pero así como es espectacular en lo bueno también lo es en lo malo: Se paró el reloj hace un montón de años. Alfombras que no dan más de sí, butacones que tuvieron su esplendor en el siglo pasado. Habitaciones con una iluminación trasnochada. Muebles y contraventanas de castaño que no ven mantenimiento desde hace un montón de tiempo. Es un auténtico viaje al pasado. Y es una lástima, pues tiene los mimbres para ser, si no el mejor, sí al menos uno de los mejores paradores de éste país. El desayuno es bastante pobre, y lo hace desmerecer más la grandeza del salón. Por eso es cierto, que en éste lugar es mejor mirar para fuera y ver las espectaculares vistas y el maravilloso entorno, que mirar para adentro. También es verdad que a pesar de todo vale la pena
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