Diría que es sorprendente en su totalidad, tanto para bien como para mal. Visto en perspectiva, podríamos considerarlo el precursor de los actuales parques acuáticos y de atracciones: un camping que en su día el dueño intentó dinamizar añadiendo atracciones de todo tipo, pero todo en plan manual y casero. Nos podemos encontrar cubos que tiran agua amarrados con cuerdas y girando sobre una varilla, o toboganes al límite de las paredes, o piscinas que tan pronto haces pie y de repente cae a 2m de profundidad. Seguramente si vinieran a inspeccionarlo en detalle no le dejarían pasar más de una, es todo como un poco surrealista en ese aspecto, parece que no hay ni una medida de seguridad, ni se controla aforos, ni altura de los niños , ni se dan paso en los toboganes, con todo el riesgo que eso conlleva. Por lo tanto, te puedes pasar un día genial con los niños, eso sí, continua vigilancia, no perder de vista a los niños en ningún momento y supervisar todos los movimientos, porque como digo, no creo que se haya revisado cada atracción. Por otro lado como digo, puedes disfrutar de un buen día de agua y atracciones, a pocos kms de Burgos por un precio asequible, llevándote la comida y saliendo bastante económico. Recomiendo pero con vigilancia total sobre los niños.
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