Hemos estado dos noches, disfrutando de silencio y paz, en Alange, dónde el tiempo no transcurre tan rápido como en otros sitios. La casona tiene una historia única y Milagros muy amablemente nos contó algunas de las anécdotas de sus dueños, cada habitación está personalizada con distintos colores suaves, tiene un estilo rústico y elementos antiguos en muy buen estado de conservación, el patio es hermoso dando luminosidad al comedor que guarda elementos antes utilizados. Se brinda un petit déjeuner con tostadas de la zona, frutas a elección y la amable atención de Milagros.
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