El Hotel ocupa un majestuoso complejo monástico del siglo XVII, en un enclave de una belleza singular y rodeado del Parque Natural de Ordesa y Monte Perdido. Al entrar, avanzas entre paredes de piedra y un estilo ecléctico de decoración en la que conviven elementos étnicos, con la tradición y modernidad del mobiliario y los cuadros que adornan las paredes, formando un conjunto elegante y armonioso. Nos alojamos en la Hab 2302 (Doble Superior), amplia, confortable, muy bien equipada y con pequeño balcón al rio Ara. En la planta baja, junto al rio, se encuentra la piscina en la que relajarse tras una jornada de excursión por el Parque Natural, así como una agradable Terraza bar en la que disfrutar una cerveza a media tarde o una copa tras la cena, contando los martes y jueves con música en directo que lo convierten en un plácido momento para finalizar el día. El desayuno se sirve en el restaurante Marboré de la planta baja, con un amplio surtido para satisfacer todos los gustos y con producto de calidad. Las instalaciones presentan un excelente cuidado y limpieza, siendo de destacar la amabilidad de todo el personal que atiende cada espacio. Disfrutamos de una excelente estancia que se completó con una excursión en 4X4 con Julián, un gran profesional, amable y que sabe explicar con detalle todo cuanto nos rodea para poner en valor tan especial escenario y que, sin duda recomiendo.
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