Nuestra estadía en Cayo Levantado Resort fue inolvidable, del principio al fin. Enfocada en el bienestar del huésped, hizo que cada día en el cayo fuera una verdadera alegría. La pequeña isla está acondicionada con enorme belleza. Las habitaciones espaciosas y elegantes, provistas de las mejores amenities, hicieron que la calidad del sueño fuera un 10. Los numerosos lugares de uso común, la playa y las piscinas son cómodos y acondicionados teniendo en cuenta los más mínimos detalles de buen gusto y confort. Capítulo aparte merecería describir las instalaciones y decoración de todos y cada uno de los espacios. La amabilidad de todo el personal es algo para destacar. Desde Hervé, a cargo de absolutamente todo y siempre dispuesto a conversar con los visitantes y a preguntar por la experiencia, pasando por nuestros simpáticos embajadores asignados 24/24, Daurelin y Marcos y por cada persona que nos atendió, todo el mundo estaba pendiente de los menores detalles de nuestra estadía. En cada lugar: restaurants y bares, spa, cada rincón de playa y piscinas, carritos de transporte, recepción, etc. me encontraba con gente amable, sonriente y siempre del mejor humor. Es difícil nombrar a todos porque, tal vez, sea injusta al olvidarme de alguno de todos ellos, que se acercaban a chequear que no me faltara absolutamente nada. Algo para destacar también: amé el concepto enfocado en el bienestar a través del diseño de cuatro caminos. Se trabajaba en todo aquello que llevara a energizar, revitalizar, relajar y renovar nuestro cuerpo y nuestra mente, haciendo foco tanto en el cuerpo como en el espíritu. Esto nos llevaba a disfrutar de una alimentación cuidada y exquisita, además de actividades de lo más variadas. La gastronomía hablaba por sí sola en los restaurants. Carey y Santa Yuca, en desayunos, almuerzos y cenas y Senda y Manaya en cenas. Natalia, nutricionista, era quien lideraba sabiamenta ese enfoque tan novedoso en los platos. Mi favorito era Santa Yuca, porque en cada menú estaba puesta la conciencia en lo super saludable. Y en los otros disfruté de la cocina fusión (Carey), de las mejores carnes, incluso las maduradas (Manaya) y de la deliciosa cocina dominicana, de la mano de los poemas de Pedro Mir (Senda). Como trabajo siempre en mi desarrollo personal, valoré muchísimo un lugar muy especial rodeado de la naturaleza más exquisita. Es en el centro de la isla y se llama Yubarta, en honor de la famosa ballena jorobada que a menudo visita la isla. Es un espacio de encuentro mágico con el yoga, la meditación y la práctica del sound healing, liderados por Carmen, una persona sensible y maravillosa que, a través de su expertise, me transmitía paz y confianza. Pasé, además, de otros momentos muy gratos. Mantuve mi rutina en el gimnasio, dotado de instalaciones de de última generación, que estaba liderado por David. Además, el spa está provisto de unas instalaciones excelentes. Allí disfruté, con mi marido y mis amigos, de la experiencia mágica del c
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