No le tenía fe a los hostels pero tuve una agradable estadía aquí. Las recepcionistas te hacen sentir en casa (Rachel y Saraí) las habitaciones privadas tienen acceso a un desayunito con cafecito, granola, fruta y pancitos. También hay habitaciones compartidas pero no acceden al desayuno. Igual la cocina está disponible para todos. Los baños en común con duchas y todo separados hombres de mujeres. todo limpio y la casita decorada con alebrijes, símbolos de Oaxaca. Bien ubicado y llegas a todo sitio desde aquí.
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