瓦爾德魯達飯店

Estancia para inaugurar la temporada de esquí en mi hotel favorito. Como siempre, no me defraudó. El hotel continúa mejorando con nuevas habitaciones y otras amenidades. La cocina fue excelente y el trato de primera clase. Es un hotel muy recomendable para los que buscan un ambiente familiar y entrañable. El tamaño reducido del hotel facilita esa particular atmósfera y hace que te sientas como en casa. Te conocen, saben tus gustos y se desviven por atender todos tus necesidades.

Mi opinión del hotel es mala porque las habitaciones son viejas y pequeñas, las camas pequeñas y blandisimas. La ducha es incómoda ya que es una bañera. Cuesta climatizar la habitación, por decir algo positivo las toallas son buenas. Al llegar no había agua en la habitación, el segundo día tampoco, preguntamos y nos dieron una botella de medio litro para 3 personas….nos dijeron que el resto había que pagarlas. Luego otro empleado más espabilado nos llevó 4 botellas. Al llegar el primer día de esquiar la habitación estaba sin hacer…nos quejamos y al día siguiente nos regalaron unas galletas y una mini botella de champagne. El desayuno si está bien variado y rico, el zumo natural y te cocinan lo que quieras. No tienen servicio de traslado a pistas….punto negativo. Y vamos con lo peor, el restaurante. El primer día al llegar cansados del viaje cenamos allí. Ningún plato baja de 30 euros, se deben creer que son un estrella Michelín. Te ofrecen un menú que ronda los 60….alucinante con los precios del Valle. Yo cené las chuletas de cordero a 35 o así y eran para llorar, 4 mini chuletillas mal hechas y de escasa calidad, la cena de mis dos acompañantes parecida….lo único bueno los postres pero claro págalos! Se han vuelto locos con el precio. La botella de agua a 5 euros…Hay sitios en el Valle mil veces mejores y mucho más baratos. Creo que nunca me he sentido tan estafado como en este sitio. Por cierto siguiendo la tónica del hotel las mesas y sillas enanas y de hace dos siglos.