Empecemos con la llegada, a las 12:30, el check in es a las 15, tuve que esperar , pedí una habitación con camas twin separadas, me dieron una con matrimonial, cuando consulté y me dijeron que la gobernanta no estaba, y que tenía que esperar al menos una hora más para que ordenara la habitación, lo deje así. La habitación, buena, a la calle, con un pequeño balconcito, sin frigobar, dos paredes con la pintura descascarada, una lastima, con un litro de pintura, no se hubiera desmejorado el comentario, lo demás muy bueno, sanitarios, agua, sábanas, muebles, el tv no se veía muy bien, medio pálido. De los dos ascensores, uno no andaba, tenía que subir y bajar por la escalera, sino esperar al menos 30 minutos, sobre todo en la hora del desayuno. Una barbaridad que un fin de semana, con el hotel lleno, no tengan servicio de reparación. El ascensor iba del subsuelo solo hasta el 6to. , los de arriba tenían que tomar un ascensor de servicio A la hora de la cena, bajamos a comer ahí, por ser el primer día, le pido una mesa más grande a la encargada, que se negó rotundamente porque éramos dos Pax, entre una frapera, la panera, ingredientes, no nos podíamos mover, pero lo más lindo, es que a los que vinieron atrás nuestro, los pusieron en mesa de 4 siendo 2 personas. En fin. La atención de una moza bajita, salvó la cena, simpática, buena onda. Muy servicial. El desayuno, un descontrol, básico, hoy lunes, la empeoraron, no se podía servir uno, solo las chicas, una cola bárbara, y un solo lugar para ser atendido. El café bar de la esquina, muy bueno,muy bien atendido, tomamos de todo, comimos sandwich y almorzamos, de primera. Limpio, la gente del lobby muy bien, correctos, creo que podemos volver, ya estuvimos en habitaciones superiores, pero no había disponibles
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