Experiencia inmejorable, llegamos a comer, el trato que nos dieron tanto Cristina cómo Daniel fue intachable. Nos tomaron nota de la bebida y de la comida, sin prisa pero sin pausa; el ritmo de los platos nos pareció muy acertado. Eso en cuanto al servicio... Si pasamos a la comida... Pedimos pulpo a la brasa, que estaba súper tierno y jugoso, un regalo para el paladar; después un tataki de atún con mango, nada que envidiarle al pulpo... Y por último, rabo de toro guisado, no puedo definirlo de otra manera que no sea "de toma pan y moja". Volveremos 100%, ¡ os recomiendo la vista!
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