Pequeño establecimiento ubicado a 2,5 km del centro de Edimburgo, pero que cuenta con varios autobuses, con buena frecuencia, que le llevarán y traerán casi hasta la misma puerta. Solicité explícitamente una habitación twin, con dos camas. Me pusieron en el edificio anexo, en la parte trasera del hotel. No me gustan los anexos, pero, estaba muy cercano al edificio principal. La habitación era con una cama doble, Queen, y en un rincón, una pieza individual, una triple para matrimonio con hij@ disfrazada de twin. Eso no es lo contratado ni solicitado. Una persona dormía en cama grande y otra en pequeña. De haberlo sabido, no hubiera ido al hotel. Por lo demás habitación con carencias, para la categoría de 4* como falta de AA.CC. y minibar, y con algunos problemas en la cisterna del baño. Agua, sherry y tés de cortesía, eso sí. El desayuno, a la carta, muy, muy malo. Ni siquiera el café y los croissants, se salvaban. En el anexo, me pareció que vivían los propietarios, pero no socializaban. El personal, amable, pero bajo mi punto de vista inexperto. El primer día tuvimos que pedir dos veces las toallas. Después, este tema se subsanó. Olor a humedad en la habitación. Una mansión imponente, a la que no se le saca partido, por mantenimiento y servicios, de todo lo que puede dar.
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