la recepción es enorme, pero cálida. Te sientes bien, te traslada al pasado rumano. Las recepcionistas serias pero amables. La habitación amplia, grande, con una decoración antigua y a la vez elegante. El desayuno muy completo, la cena buenísima, tenían variedad de vinos y estaban a la temperatura correcta (cosa que no se puede decir lo mismo de otros hoteles en Rumania). Servicio excelente. El hotel esta muy bien ubicado, en 5 minutos andando te plantas en el centro de Brasov (ciudad encantadora y con muchos atractivos para descubrir). tambien dispone de spa, pero preferimos visitar la ciudad. sin duda repetiria
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