Ses Sucreres es un regalo dentro de otro regalo: la isla de Menorca. A Ses Sucreres no se va. Se vuelve. Son ya numerosas las visitas a esa casa viva y sana. Un lugar donde recuperar la calma, la respiración, la perspectiva. Hay luz y aire en sus habitaciones; hay arte, buen olor -un patio con flores-, buena música. Y, sobre todo, hay tiempo. Tiempo regalado. Tiempo para ti. Un desayuno a tu medida, elaborado y servido por Stéphanie; una mujer inteligente y práctica, sensible y culta. Y, después, hay una isla que te espera.
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